Los stilettos son, hoy en día, un elemento indispensable en nuestro armario. Femeninos, sofisticados y versátiles, tiene la capacidad de elevar cualquier look. Lo cierto es, que los stilettos no son una moda pasajera de la década, sino que llevan formando parte del armario femenino desde hace muchísimos años; su historia se remonta a la época del renacimiento, momento a partir del cual han ido evolucionando con los tiempos y adaptándose a los diferentes acontecimientos históricos. Su capacidad de perdurar tras los años, no hace más que asegurarnos su status de must y darle un valor añadido a una pieza que ya de por si toda mujer admira con locura.

En el renacimiento, se les llamaba por el nombre de “chapines” y los utilizaban las clases altas para evitar ensuciar sus costosos trajes. Dicho esto, es en 1940 que los stilettos alcanzan su auge y se popularizan como prenda indispensable y un básico del armario. En los años 40, periodo de post guerra, Christian Dior revoluciona las calles de Paria con lo que se conoce hasta hoy en día como el New Look, en donde los stilettos figuraban como elemento icónico.

Su popularidad no se quedó paralizada en estos tiempos, y en el siglo XX de un forma u otra, se mantuvieron como piezas del momento. Ya sea en los años 50 por convertirse en parte del look de Maryleen Monroe y otras estrellas de Hollywood o adquiriendo protagonismo como el zapato predilecto de Carry Bradshaw en la popular serie de Sexo en la ciudad.

Su estética curvilínea, la sensualidad que aporta el tobillo al descubierto y la punta triangular, los hace una pieza favorecedora para todas. Su formalidad comedida, les permite que su uso se adecue a una variedad de situaciones, desde una reunión de trabajo por la mañana, pasando una comida con amigas por la tarde, hasta una cena romántica por la noche. Es fácil entender porque no existe ningún otro calzado que represente el estilo femenino como el stiletto, y que nos haga caer rendidas a sus pies una y otra vez.